Wallenda también hizo historia el año pasado al convertirse en la única persona en completar un recorrido sobre una cuerda floja por el borde de las cataratas del Niágara.
Debe de llevar la boca fuertemente cerrada contra el alambre. Me gustaría verlo. Me gustaría verlo aunque sólo fuera una vez, para saber con quién tengo que vérmelas.”
Las pisadas que llegaban hasta el umbral de la puerta trazaban un rastro en el polvo en torno a una cama desnuda hasta el somier, apenas ya un esqueleto de alambre y madera carcomida.
Wallenda realizó el cruce a una altura de mil quinientos (1.500) pies, 450 metros sobre un cable de acero de dos pulgadas de grosor, cinco centímetros0, sin un arnés de seguridad ni una red de seguridad.
Está rígido sobre la angosta litera crujiente, los ojos fijos en el colchón de la cama de arriba, que parece próximo a desbordar los alambres tejidos en rombo que lo sostienen y precipitarse sobre él y aplastarlo.
Mi madre dice: el día del terremoto del 40 supe que iba a pasar algo, de repente los perros del barrio se volvieron locos, corrían y aullaban como si vieran al diablo con sus cachos y sus pelos de alambre.