Con ese dinero, paga mensualmente a los miembros de milicia, a su “círculo próximo” (asesores y asociados más íntimos) y a los notables del clan, y compra armas.
Una mano larga y fina y fría como cortapapel de marfil estrechó el favorito en la diestra afiebrada, en tanto el sacerdote leía los latines sacramentales.
En la mente del favorito, la imagen de Camila se alargó hasta partirse por la mitad, como un ocho por la cintura, con ese movimiento rapidísimo de la pompa de jabón que rompe un disparo.