1.Los detenidos eran trasladados de un centro de detención a otro siempre con los ojos vendados y las manos atadas, y a veces se les privaba de comida durante largos períodos.
5.Pero la voz del ruiseñor iba apagándose, y sus alas comenzaron a vibrar, y un velo le cubrió los ojos. Su canto era cada vez más débil, algo estrangulaba su garganta.
6.Tápenme -respondió Sancho-; y pues no quieren que me encomiende a Dios ni que sea encomendado, ¿qué mucho que tema no ande por aquí alguna región de diablos, que den con nosotros en Peralvillo?