No obstante, la imprenta y la unificación ortográfica en diversos reinos europeos terminaron por estandarizar, al menos, la existencia de la W en el inventario de tipos de las primeras prensas.
La peste bubónica y la imprenta se extendieron a través de Europa en menos de cien años, trayendo muerte y alfabetización a la población antes de que su cabello pudiera crecer al menos 15 metros.
De hecho, no se observa ningún tipo de acento en los manuscritos de la Edad Media y apenas aparece en las primeras obras impresas tras la llegada de la imprenta a España en 1475.